Desde tiempos inmemoriales los seres humanos hemos celebrado la memoria de los acontecimientos importantes de la vida, aquellos que han marcado nuestra existencia a lo largo del tiempo, individual y social. Tiene una espiritualidad especial el memorar fechas importantes de nuestra vida, cada año, cada tiempo trascurrido con sus logros y desaciertos. Casi siempre nos enfocamos solo en las cosas positivas, pero es un hecho patente que las cosas negativas también marcan nuestras existencia y deberíamos celebrar el haber salido airosos de tal o mas cual situación.
¿Por qué hacerlo?
La Liturgia trae a nuestra memoria y a nuestros días de un modo especia e indescriptible los acontecimientos fundantes del cristianismo, la vida, misión, pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Celebramos tal y como nos mandó a hacer la: Santa Eucaristía, su Cuerpo y su Sangre. Es la Iglesia, pues el “lugar” donde traeos nuestros gozos, tristezas y esperanzas y los unimos a la liturgia, integrándonos nosotros mismos cual ofrenda viviente.
La Iglesia no está separada del mundo, el Señor nos mandó estar en medio de esta realidad temporal para cumplir la gran comisión que Él nos encomendó. Así pues, la vida eclesial va más allá de los muros del templo, permea la vida cotidiana e ilumina nuestras realidades en el aquí y el ahora y remiten hacia él.
El don de la vida que Dios nos ha regalado es un gran motivo para ser celebrado, grande es el agradecimiento que nos une con lazos de amor hacia nuestros progenitores, y de acuerdo con la fecha que se avecina, para con nuestras madres. Ese ser que nos trajo al mundo y nos llevó en su vientre por nueve meses modificando así su cuerpo, perdiendo salud para darnos a nosotros.
¿Es posible celebrar el día de las madres en nuestras comunidades, integrando dicha intención a la liturgia?
La respuesta es afirmativa. La liturgia episcopal/anglicana no es para nada rígida e inamovible, si bien tiene un orden establecido en el LOC con sus distintas partes y cada momento va guiando la espiritualidad y la música para ser vivida de un modo intenso, también sabemos que a cada una de esas partes puede ser adosado, sin ir en desmedro de la liturgia, el motivo que traemos a la Santa Eucaristía para celebrar la fe y la vida.
Orar por las madres difuntas
Mi experiencia de los preparativos para celebrar en la comunidad el día de las madres inicia con un movimiento en la feligresía de rememorar la vida de las madres, de un modo especial sobre aquellas que ya no están entre nosotros y han pasado a la presencia del Señor. Es ahí donde se comienza a recoger los nombres de las madres difuntas de la comunidad, haciendo especial acopio de los nombres de aquellas que se destacaron en la vida de la comunidad y en medio del barrio donde está enclavado el templo.
Cantos apropiados
La o las personas encargadas de la música en la liturgia se dan a la tarea de organizar los cantos de misa tratando de buscar himnos que se avengan tanto con la fecha litúrgica como con la intención de la misa del día, por ejemplo “Madrecita del alma querida”, “Hoy he vuelto madre a recordar”, etc. Se organiza también la lista de los nombres de las madres difuntas para ser leída antes de misa y en el momento de la oración de los fieles.
Durante el Ofertorio
También durante el ofertorio cada familia puede presentar flores y depositarlas en floreros previamente distribuidos delante del altar lo cual se une al embellecimiento del templo y a la liturgia, ofreciendo así la vida de las familias y presentándole agradecimientos a Dios por la vida de las madres fallecidas.
Presentes para las madres
Al finalizar la Santa Eucaristía, luego del envío y después de los anuncios, si no se han dicho antes de la celebración, se entregan presentes a familias de madres de la comunidad que, por problemas de salud, no pueden estar presente en la Eucaristía y finalmente, luego del canto de salida compartimos como comunidad un refrigerio.
Es un modo de celebrar este día guiado por nuestra liturgia, cada cultura tendrá su modo, sin romper con la liturgia establecida contenida en nuestro Libro de Oración Común.
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